vueltas (y más redundancia)

. . *no hay verdad más real que la que no se dice.




Monos Chinos/Fanatismo

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"¿Cómo puede obsesionarse tanto con unos simples monos?".
"Monos dabólicos".
"Oye, si el pastor dijo que esos monos son del demonio... matan gente, incitan a los niños a cometer barbaridades. Como si no fuera suficiente con lo que vemos hoy en las noticias. Antes eran otro tipo de monitos. Monitos lindos, tiernos, ayudaban a la mamá. Ahora pegan gritos como los locos, pareciera que están poseídos".
"Yo le digo a la Vanne... Además está bien grandecita ya para andar viendo dibujitos en la tele".
"No, es que tú tienes que prohibírselo. Esta niñita ya está obsesionada. Anda cantando las canciones, imagínate tú. Más encima, me llega a dar hasta miedo entrar a esa pieza, con el demonio de Jarry Potter y esos otros monos mirándome en la noche".
"Ay, mamá... no le pongai, tampoco".
"Bueeeno. Luego tú te vas a lamentar. Cuando llegue la hora de tratarla con un médico porque va a andar hablando en chino y pegando esos gritos demoníacos en la noche, me vas a encontrar la razón".

Faltaba el minuto en donde me cuestionara más esto. Al menos para darle una explicación a mi pobre Lela que cada vez que viene a mi casa se retuerce en su propia galaxia de nervios, en la cual yo formo parte importante. Yo y mis monos. Yo y mi fanatismo.
Advertencia.- Este va a ser un post ultra-autorreferente. No reclame después.

Para comenzar a explicar mi pseudo-problema psicólogico -descrito y prácticamente timbrado por la abuela más reclamona del planeta- es preciso que entienda que no estaría 50 horas seguidas viendo anime. No sin comer, al menos. Y que - fuera de toda ironía- me considero una tipa normal, muy por el contrario de los seguidores de la animación japonesa corrientes; racional y ubicada. Sólo con ciertas adicciones, que por esas misteriosas razones de la vida, están tan de moda criticar.

¿Qué tienen de especial los dibujos japoneses? Objetivamente, muy pocas cosas. En cuanto a estética, no tienen mucho que envidiarle a las actuales producciones gringas. En cuanto a contenidos, en ciertos casos sí. Y mucho. Porque los japoneses son los subliminales más grandes del mundo. No se contentan -como los gringos- con el humor negro explícito que tanto hace reír a la gente (léase Los Simpson), simplemente optan por jugar con el mensaje. Con esconderlo, con hacerlo inferir, con plasmarlo hasta en el cabello rosa de cierta heroína, pero sin utilizarlo en los diálogos. Esto es lo que convierte a sus creaciones en un producto tan adictivo y conveniente. Porque los pesos que se manejan en torno a estos sencillos dibujitos no son nada despreciables. Pero no vamos a hablar de ese tema. Para eso están los cerebros de PiñeraVisión y Cía.

Ahora, subjetivamente. La parte interesante. Para hablar de mi gusto por el anime, tengo que pensar primero en mi infancia como seguidora de "Angel, la niña de las flores", "Supercampeones", "Candy" y otras series más que fueron salvadas de oxidarse en las bodegas de CHV simplemente por el actual boom-anime. Si bien, siempre he admitido que cuando era niña me inclinaba más por los dibujos gringos, que a mí humilde parecer -y como buena niña criada entre varones- tenían más acción y se alejaban de la línea dramática -casi mamona- de series donde lo primordial era la amistad y la lealtad hacia el abuelito, es válido comentar que no es algo surgido de la nada. Y sucede a menudo. Muchos integrantes de este mundillo hablan de su gusto por las series añejas.

Años después, comprendí que anime hay para todos. Muchas veces se habla de un nuevo formato para contar historias, y estoy completamente de acuerdo con esta definición. Tenemos animación para todos los gustos. Desde las series más tiernas y románticas (Hamtaro, CCS, Fruits Basket), pasando por el humor (Shin-chan - sí, el insoportable niñito que baila mostrando el trasero-), la acción (Ghost in the Shell) y la trama más orientada a los adultos, tales como el yaoi (relación sentimental basada entre dos chicos, como Gravitation), el yuri (relación sentimental entre dos chicas) y el hentai (historias con contenido sexual explícito).

>>Errores frecuentes:

a) Creer que la animación japonesa completa se basa sólo en unos cuantos monos que pelean y van en búsqueda de las esferas del Dragón. Típico. O, en su defecto, asociar 'anime' a Pikachu (Pika Pika) y al "Te castigaré en el nombre de la Luna" de las legendarias Sailor Moon.

b) Creer que la animación japonesa es satánica porque el amigo de tal y tal persona descubrió en internet que el significado de 'kamekameha' es un llamado al demonio.

c) Perder el rumbo completo de la animación japonesa y trasladarla unos buenos kilómetros al Oeste al atribuirla a los chinos. Esto no se limita sólo al área de los dibujos; para mucha gente Asia es sinónimo de chinos, como Norte América de gringos y Chile de picantes. Ley natural, no es grave.

d) Creer que los fanáticos de la animación japonesa se dividen entre un grupo de niñitas con moñitos rosas, cuya mala costumbre es hablar como si tuvieran atragantada en la garganta la traba de un pato de hule y unos cuantos chicos cuyo máximo objetivo en la vida es agotar el gel de cabello en las farmacias y usar chapitas hasta en la ropa interior.

En síntesis, el anime es simplemente un vicio más. Como bien dice mi sabia Lela -que a estas alturas deben tener las orejas rojas-, cualquier gusto en cantidad es dañino. Pero no le pongamos más emoción de la que merece, porque si buscamos satanismo, por ejemplo, tenemos a Ronald McDonald's y a todos sus secuaces.

Ahora bien, si su hijo o pariente cercano comienza a hablar en chino y a gritar demoníacamente en la noche, hágale caso a mi Lela.

Prohiba todo contacto con monos nipones.-



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¿Quién demonios soy?

  • I'm pseudoniñita.
  • From Santiago, Metropolitana, Chile
  • Con 17 años de edad y un par de neuronas disléxicas, hace rato dejé de creer en el viejito pascuero.
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